De Bahidorá 2024 o de cómo nunca fue un rave…

Cosmopolítica desde la pista de baile

Mariana Reyna

El Carnaval de Bahidorá tuvo su edición 2024 del 16 al 18 de febrero, en Las Estacas Morelos. Se ha colocado como el único festival celebrado en México que tiene como eje la planeación estratégica para el desarrollo de una conciencia ambiental entre su comunidad, la cual es diversa, se mantiene comprometida con la asistencia cada año y recibe de buena manera las apuestas de innovación que el equipo de Bahidorá concreta para beneficio de todxs. Su curaduría musical ha sido impecable e inclusiva, este año con más del 30% de representación femenina en los escenarios.

Disco Tehran, Mamba Negra y My Analog Journal fueron las colectivas que ocuparon los escenarios con mayoría de mujeres. El acto estelar, Africa Express, también agrupó a mujeres y artistas transexuales de la escena mexicana e internacional.

Desde 2018, con el apoyo del programa Green Music Initiative, la producción de Bahidorá se ha esforzado por establecer dinámicas que buscan estar más pendientes de los impactos ecológicos que causan este tipo de eventos. Quedamos gratamente sorprendidas con varios datos que fueron compartidos con la prensa que cubrió el Carnaval.

Este año, además de garantizar el derecho humano al agua, está previsto rastrear la huella de carbono que dejó la venta y consumo de alimentos. Ya han confirmado que las tomas gratuitas de agua evitaron que se compraran miles de botellas, previniendo así la generación de residuos. Los vasos que se utilizan en las barras se fabrican a partir de fécula de maíz y el equipo se asegura de que sean eficazmente reciclados; desde el comienzo son cuidadosamente separados con este fin. Nos explicaron que este esfuerzo ha implicado una curva de aprendizaje de aproximadamente 9 años, puesto que el clima en el parque Las Estacas les obligó a superar una inmisericorde prueba de calor.

Los vasos, que en esta edición presentó una conocida marca de tequila, fueron fabricados con fibra de agave proveniente de sus propios campos de cultivo y no podemos pasar por alto que esta acción ha sido resultado de la gestión que el equipo realiza con sus proveedores; en el sentido de que reconsideren su responsabilidad medioambiental y empleen materiales reutilizables. La escenografía y decoración se construye en la medida de lo posible a partir de compuestos orgánicos y se reutiliza aproximadamente durante 3 años.

Este 2024 constatamos que, en articulación con el proyecto mexicano Ecofilter, se instalaron a lo largo del festival recolectores de colillas de tabaco, con señalamientos que indican la contaminación que cada una representa. La desintegración de estos residuos, gracias a la actividad de hongos, convierte esta propuesta en una de las más vanguardistas que hayamos visto en la escena musical de este país. Junto con el proyecto que Carnaval de Bahidorá impulsa desde hace años en el sureste mexicano, promoviendo salarios para las personas que antes pudieron haber subsistido con la tala ilegal y que ahora ven como una oportunidad de ingreso el cuidado de los árboles y del bosque, todas estas acciones nos devuelven el entusiasmo y la motivación para crear escenas musicales que sean respetuosas del entorno que las aloja.

Siempre hay algo que se puede mejorar y todes seguimos aprendiendo. El Carnaval de Bahidorá solía celebrarse sin interrupciones y el amanecer es un momento de congregación entre la diversidad de tribus urbanas que habitamos el festival. El trabajo de las organizaciones que promueven la reducción de daños con el uso de sustancias psicoactivas estuvo presente una vez más, haciendo una labor crucial para sostener una lógica de cuidados que nos inspira profundamente. Sabemos que la guerra contra las drogas sólo agudiza un problema estructural y que necesitamos políticas públicas más acertadas. Sin embargo, lamentamos que a las 5 am se detuviera la música en todos los escenarios. Comprendimos que la medida responde al hecho de que se buscó más orientación de parte de profesionales, quienes notaron la repercusión que los sistemas de audio emiten en las especies animales endógenas a la reserva ecológica. Consideramos que el cambio marca un sentido consecuente con la sensibilidad ética y ambiental que viene implícita en la labor de Bahidorá y es necesario para proteger la vida silvestre, pero nos desconcertó que a las personas que se quedaron rondando -porque no habían leído atentamente y no contaban con el pago de campamento-, se les pidiera que se retiraran de Las Estacas en la madrugada. Recopilamos algunos testimonios de personas que viajaron desde otro país y que habían recibido recomendaciones para asistir al festival, incluso sin haber alcanzado a pagar sus campamentos. Se les comunicó que las fogatas y otros espacios eran lugares adecuados para pasar la noche y esta vez no fue así…

Esto marca una diferencia importante frente al desarrollo del festival en otros años. Nos consterna que en esta edición haya quedado en segundo plano el cuidado de aquellxs asistentxs que necesitaban un lugar para refugiarse hasta el amanecer. En un país con un índice tan alarmante de feminicidios y extorsiones, lo mejor sería mantener a la gente al interior de las instalaciones. Entendemos que el Carnaval de Bahidorá no es una rave y así está perfecto porque genera sus propias dinámicas de convivencia. Pero sí nos gustaría que un poco más de aquella conciencia del cuidado colectivo y comunitario entre humanxs, que es propia de la cultura rave, se retome el año que viene.

Finalmente, el escenario “El Cubo” nos voló la cabeza y nos hizo sentir nostalgia por estas expresiones noventeras, en las que la hospitalidad, el éxtasis y el deseo de perderse en la pista de baile toda la noche no se excluyen una a la otra. No dejamos de extrañar la majestuosidad del escenario “El Amate”, donde en ediciones pasadas se mostraba un enorme despliegue de pantallas y talentoses VJs acompañando la música.

Gracias Carnaval de Bahidorá por otro acontecimiento cultural y artístico que también es una oportunidad de aprendizaje y reencuentro con lxs otrxs.